Un grupo de personas
conversando.
Cada cual una historia.
El vacío entre ellas
no lo llena el rumor
de la palabra.
El pensamiento hecho sonido
deviene ruido,
porque una dice
y la otra no entiende.
El gesto inútil
frente a la ceguera ajena.
Podría, si tuviera el sentido necesario,
ver las líneas separantes
dibujadas entre ellas.
Fronteras, al fin,
plagadas de aire
mil veces respirado,
con el olor de la vida,
con el hedor de la muerte.
Aire como muro,
como pared inescalable.
Tus ojos se esfuerzan
tal que en un quejido,
en una súplica,
por llegar hasta mi alma.
Ni sospechamos
nuestra soledad inmensa.